lunes, 25 de octubre de 2010

Relacion Entre Maquiavelo Y Las Ciencias Modernas

Maquiavelo es uno de los escasos filósofos de nuestra tradición que ha dedicado al poder la centralidad de su pensamiento. Otro, por supuesto, es el filósofo-artista: Friedrich Nietzsche. Me parece que los más de trescientos cincuenta años que separan a El Príncipe de la Genealogía de la moral no impiden poner en solfa algunas de las ideas más radicales de ambas obras para hacer que suenen como un armonioso dueto. Incluso, me arriesgaría a afirmar que posiblemente una se entienda mejor a la luz de la otra —como tantas veces ocurre cuando una melodía queda más explícita con su contrapunto—. Así es la situación de estos pensadores, a los cuales en muchas ocasiones se ha dado en llamar "el primer moderno" y "el primer posmoderno".
Ahora bien, una de las características más ponderadas por la filosofía moderna frente a la medieval es la autonomía de las ciencias, que se afirma con la revolución científica y que reviste un carácter de lucha contra lo establecido, lucha de cuya virulencia dan idea los procesos contra Galileo, Servet y Giordano Bruno, quienes tardíamente han sido absueltos por la institución eclesiástica. En este sentido, Maquiavelo (1469-1527) podría ser comparado con Galileo, sólo que en el ámbito político (aunque no fue condenado, tampoco ha sido reivindicado por el ámbito político, tal vez por haberse ocupado de una problemática más sensible que la astronomía o la medicina), Maquiavelo revoluciona el orden de los máximas, haciendo no el análisis del deber ser, sino que, al dejar a un lado todo tipo de consideraciones éticas y doctrinales, se centra en la cruda realidad. Este sesgo le valdrá la etiqueta de antiético, hasta el punto que, a lo largo de la tradición filosófica, "maquiavélico" ha pasado a ser sinónimo de "diabólico".
Sin embargo, lo que Maquiavelo pretende es simplemente considerar la política de la misma forma en que los científicos modernos consideran las ciencias que les ocupan, es decir, autónomamente. Tal autonomía sigue siendo hoy tema tabú. Pensemos, por ejemplo, con cuanta facilidad se interviene en discusiones sobre medicina o astronomía sin involucrar cuestiones éticas, aunque se esté convencido de que siempre están implícitas posturas o implicaciones éticas, mientras se desgarran las vestiduras cuando se considera a la política ausente de la ética, a la manera de Maquiavelo. Sin embargo, se sigue considerando a éste como el fundador de la ciencia política moderna por su forma de aislar a la política como objeto de estudio y de encontrar las leyes de su dinámica.
De este modo, su pensamiento escapa a las antiguas teorías políticas, para ocuparse de la facticidad —en el sentido de concentrarse en el análisis de las realidades captables—, y liberarse así de todo dogmatismo: ensaya una vía que se separa del examen de los argumentos justificativos y se enfoca en el estudio de los mecanismos reales que guían las acciones, los que no apuntan a un orden ideal, sino al terreno mismo de la praxis política.
Al aislar este terreno se halla ante los hechos crudos, por ejemplo cómo se gana o se pierde determinada cosa. En estas averiguaciones no busca el sustrato metafísico de las acciones, sino entrar directamente en el análisis de éstas, lo cual señala una de las principales peculiaridades de su pensamiento, el cual apunta al estudio del poder. De ahí que se le considere como el primer filósofo en la historia de la filosofía occidental que tiene al poder como tema central.

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